Monday, July 31, 2006

A la deriva

El piloto de la aeronave espacial Tierra ha perdido el control. Se le está agotando el combustible y los pasajeros están sublevados porque los de turista, con sus rodillas pegadas a la barbilla, ven pasar bandejas repletas de manjares hacia la cortina que cierra la zona de Business. Un grupo de sublevados se agolpan ante las cortinas tratando de alcanzar alguno de los pastelillos de crema que han sobrado en las bandejas. Los pasajeros de Business acaparan sus viandas porque no saben cuánto durará el viaje. El llanto de un niño hambriento se oye por encima de todo el alboroto.

Una azafata informa por el altavoz de que el piloto ha perdido la orientación y hay que decidir el rumbo a seguir entre todo el pasaje. Se forman grupúsculos y comienza la negociación. Un grupo de ejecutivos ofrece sus teléfonos móviles con conexión vía satélite para llamar a la torre de control y que le indiquen el rumbo. A cambio, exigen alimentos y mantas. Otros cuantos sugieren que se sorteen los paracaídas disponibles para que se salven algunos. Algunos más abogan por seleccionar a los más preparados para asesorar al piloto. Los de más allá consideran que sería mejor que todos recen las oraciones que conozcan para que algún Dios sin entretenimiento decida el rumbo del pasaje. Algunos tratan de abrir la puerta de emergencia para saltar al vacío. La azafata trata de atender a todas las propuestas, pero cada uno habla en su idioma, sin escuchar al de al lado, sin atender a razones.

Yo no he comprado el billete para este pasaje, pero aquí estoy, rodeada del caos, y tratando de buscar en mi equipaje de “recuerdos y sueños” una respuesta a todo esto. Pero mis respuestas aprendidas no sirven para estas preguntas. Necesito otras miradas para comprender la situación, y lograrlas es tan difícil como eliminar todos mis prejuicios, hasta los que no he reconocido aún.

Todos estamos a bordo de esta aeronave a la deriva. Confundidos, tratando de aclarar el caos que nos rodea y saber cuál es el camino a seguir. Todos partimos de esquemas aprendidos y cerrados, pero hemos de saber relativizarlos para llegar a un acuerdo. Estamos condenados a entendernos o a estrellarnos.

(A propósito de una conferencia ofrecida por el filósofo Javier Muguerza en los Cursos de Verano de El Escorial)

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